"Fracking" se volvió en los últimos dos años una palabra inesperadamente repetida en Buenos Aires, una provincia sin petróleo ni gas en su subsuelo. Más allá de los intereses que hayan provocado esta situación, mi obligación como geólogo y profesor universitario es brindar hechos científicos comprobados, libres de manipulación tendenciosa, para que el lector pueda formar su opinión con información concreta.
Para ordenar el análisis, comencemos con dos preguntas que se están planteando actualmente: ¿Existe petróleo o gas en la Cuenca de Claromecó? ¿Es peligroso el fracking? Ambas son cuestiones que no deben ser tratadas a la ligera.
La llamada Cuenca Claromecó-Colorado está compuesta por sedimentos paleozoicos y abarca una extensión de unos 50.000 Km2 en la provincia de Buenos Aires y continúa sobre la plataforma continental. El dato relevante a resaltar es que sólo una pequeña fracción de la columna de rocas corresponde a sedimentos marinos, y no se ha encontrado en ellos potencial hidrocarburífero.
Es decir, Claromecó nunca formó (ni formará) parte del "club" de las cuencas productoras de hidrocarburos en Argentina. Desde el primer hallazgo de petróleo en nuestro país en 1907, nunca se consideró a esta cuenca como un objetivo para la producción de estos recursos, ya sean convencionales como no convencionales.
Respecto a la segunda pregunta, es posible afirmar que el fracking en Argentina, que se realiza en los pozos de la Formación Vaca Muerta, es una realidad y un éxito. La técnica se practica en nuestro país desde 1959 y en los últimos años se ha instalado definitivamente para hacer frente al desafío de la explotación de petróleo y gas no-convencional, sobre todo en la Cuenca Neuquina, donde ya se producen más de 25 mil barriles diarios de petróleo equivalente con más de 250 pozos perforados, lo que consolida al yacimiento como el segundo productor de hidrocarburos en Argentina.
Además, se realiza con la mayor seguridad, porque el fracking no representa en nuestro país un riesgo al medio ambiente y se regula con los mismos controles que la actividad petrolera convencional, en la que fuimos pioneros y acumulamos más de un siglo de experiencia.